Patagonia Torres del Paine Día 2 y 3

—¡Está todo nevado! —gritó Soraya.

La nieve se acumuló en silencio durante la noche y nos sorprendió al despertar.

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A cambio de hacer la ruta sin la afluencia masiva de turistas soportamos un frío absurdo en el rigor de la noche. Sobre todo cuando hubo que acercarse al río en la mañana a por agua, y lavar el cazo, y mojarse las manos. Después de esos trabajos tempraneros los dedos quedaron inutilizados, no se podía ni prender el mechero. El coste de hacer un té era alto.IMG_9906

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Las pocas horas de luz disponibles debíamos aprovecharlas al máximo, así que recogimos con agilidad y nos pusimos en marcha. Abandonamos el Campamento Chileno y espabilamos.IMG_9910

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El momento era espectacular. La nieve convirtió el paisaje en un escenario de cuento de hadas. El invierno patagónico fue tan imprevisible y cambiante como nos habían pregonado.IMG_9915IMG_9916

Ante la ausencia de huellas teníamos que extremar la atención. En ocasiones el camino y las señales estaban tapadas y, aunque no había pérdida, lidiábamos con dudas que rápidamente se solucionaban.IMG_9917IMG_9918

Llevaba nevando suavemente toda la mañana. Era una nieve gorda y pomposa que caía en nuestros abrigos y penetraba poco a poco los tejidos. En las fotos aún no habíamos decidido ponernos los chubasqueros. Esperábamos a calarnos del todo, supongo.IMG_9919IMG_9920

Eramos intrusos en la niebla, personajes de carne y hueso en un terreno fantasmagórico. IMG_9921IMG_9925IMG_9927

Ya con la protección adecuada continuamos la travesía. Buscábamos el Campamento Los Cuernos, y el mapa nos auguraba cuatro horas que se cumplirían a rajatabla.IMG_9931

La niebla nos permitió entrever el lago. La estampa era preciosa, pero estábamos mojados y helados. El trabajo para hacer cualquier foto era grande.IMG_9934IMG_9935

Y en estas llegamos por fin al Campamento Los Cuernos. Aunque las instalaciones estaban cerradas, nos cruzamos con unos trabajadores que estaban aprovisionando el refugio a ritmo de música y comida caliente. Pedimos un auxilio que consistiría en algo de cobijo a lo sumo. No se nos permitió. La persona que estaba al cargo se puso exquisita, de modo que nos conformamos con comer una manzana afuera, en la entrada. Soraya echaba humo.IMG_9937

Como estábamos calados y no teníamos resguardo, seguimos caminando. El día se terminaba. Quedaba lo justo para llegar al Campamento Italiano. Dos horas teníamos por delante.IMG_9939

Levemente comenzó a despejar a medida que se acercaba la noche, y presenciamos la panorámica con más perspectiva. IMG_9940

Calados hasta los huesos y con un frío destructor llegamos al Campamento Italiano. Allí nos topamos con un grupo casual de chilenos y catalanes que estaban haciendo la misma locura que nosotros, pero en sentido contrario. Coincidir en tal sitio en tales condiciones no hace sino potenciar los canales de comunicación más básicos. Rápidamente nos hicimos amigos de toda la vida. 20160813_204811

Al abrigo del vino caliente templamos los cuerpos. Conseguimos salvar la noche, que fue mucho más fría que la anterior.20160814_095634

El nuevo día trajo consigo el esquema que ya conocíamos: Pereza extrema al despertar, frío insolente al salir del saco y manos heladas al coger agua y guardar la tienda. Nos despedimos de nuestros compañeros de refugio, y cada cual por su camino.20160814_095653

La jornada tenía previsto llegar al Campamento del Gran Paine en dos horas, y de allí hasta el glaciar de Grey y regreso al Campamento en otras seis. Prescindimos del Campamento Francés, el palo central de la «W», por falta de tiempo.20160814_10014120160814_100144

Y de nuevo andar sobre un terreno irreal. Ninguna ruta invernal que hayamos hecho antes se puede comparar con lo que veíamos. Quiero decir, uno ha visto nieve, y lagos, y cielos, y sin embargo esa zona de la Patagonia te transporta a un estado que solo podía haber sido imaginado.20160814_101718

Y miren a Soraya, nunca le he visto más feliz.20160814_10182920160814_104146

En uno de los caprichosos movimientos del cielo, hubo un momento mágico en que las nubes procuraron unas formas imposibles, con filtros de color que parecían obras pictóricas impresionistas. No hubo justicia con las fotos de nuevo. No pudimos captar con suficiente precisión el momento por falta de calidad en nuestras cámaras. Aquí va un incompleto extracto.20160814_10505720160814_10510520160814_105108

Esa oportunidad se nos escapó. Hay que empezar a ahorrar para una cámara que esté a la altura y que no se congele. 20160814_10561320160814_105622

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Y en esto, mientras jugábamos a las fotografías, apareció de la nada el Campamento Gran Paine, a los pies del lago Pehoe, único refugio abierto de todo el trekking. Un lugar increíble donde montar paredes y techos.IMG_9968

Sin tiempo si quiera para comer, dejamos las mochilas y nos pusimos en marcha con lo justo. Eran las 12 y teníamos que acercarnos lo máximo posible al glaciar de Grey. Seis horas de camino de ida y vuelta. Seis horas de luz. Era nuestra única oportunidad.

Con paso ligero, y en constante y moderada subida, buscamos el objetivo. Y por el camino vimos la Laguna Los Patos,…

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…sorprendentes bloques de hielo descomponiéndose por el lago…20160814_134544

…en un paisaje plenamente invernal y patagónico,…20160814_13454920160814_135631

…hasta que llegamos a un mirador con acceso al Glaciar de Grey. Su impactante muro helado nos dejó sin palabras. Kilómetros de hielo milenario se alzaban poderosos donde quiera que llevaras la vista. Ni comparación con los pequeños glaciares del Pirineo. Barajamos la posibilidad de acercarnos y tocarlo. No llegamos a un acuerdo y regresamos. Además íbamos bastante justos de tiempo. Otra vez será, o tal vez nunca.20160814_142946

El refugio fue una locura, con sus vistas, con una salita habilitada para los exhaustos visitantes, con sus sofás, con su chimeneíta, con su cervecita y sus patatas fritas. Un sueño hecho realidad. Se recompensaron de golpe todas nuestras penurias. Una puesta de sol perfecta.20160814_162948_Richtone(HDR)

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Había más gente en el refugio. Todos tienen su historia que contar. Una chica francesa nos adviertió de que habían cambiado la hora chilena durante el trekking. Había una hora menos.

—Eso me han dicho los del refugio —Nos dijo.

Por poco la liamos. Y liarla quiere decir que de milagro no tuvimos que desandar los tres días de camino por donde habíamos venido. Al día siguiente había que salir de la zona por el lago helado de Pehoe, en un catamarán que pasa por ahí concretamente los lunes a las 12.30. Tal y como lees, o estás ese día a esa hora o no puedes salir.

Dentro se estaba muy agusto, sin embargo el frío afuera sigue siendo el mismo. A las diez cortaron  la chimenea y hubo que volver como comadrejas a la cueva. Esa última noche fue la más fría de todas. 20160814_181849_Richtone(HDR)

Pero antes, un buen plato de pasta con tomate, y una lata de atún del refugio a razón de 9 euros. Artículo de lujo, pero supo a gloria. A gloria gaynor.20160814_184513

Entre tirititeos y rebufos sobrevivimos a la noche, y asistimos al amanecer.20160815_072233

Dedicamos un último instante a la contemplación del Paine.IMG_9967IMG_9962IMG_9964

Y así fue como nuestro tiempo en el macizo de las Torres del Paine llegó a su fin. El catamarán apareció a su hora, las 12.30 exactas, como si fuera un autobús interurbano. El aviso del cambio de hora tuvo un sentido de la oportunidad determinante.IMG_9971IMG_9972IMG_9979

Y esperándonos al otro lado, el inigualable Francisco Lopez «Pancho», con un coche alquilado y paciencia,…IMG_0003

…que dispuso para nosotros un recorrido con los mejores miradores del lugar.

—Coño una llama! —dije.

—Inexacto, es un guanaco —se me corrige.

Y con toda la razón. Los guanacos, al contrario que las llamas, son animales capaces de aguantar el frío de la patagonia, el calor del desierto y alturas de hasta 4000 metros. Así que un respeto.IMG_9988IMG_9990IMG_9991

Comenzamos a alejarnos, y a ver desde la distancia el gran recorrido realizado,…IMG_0006

…con vistas soverbias,…IMG_0009

…fósiles de vete tú a saber cuando y que solo conocía Francisco,…20160815_121228

…el increible río Serrano,IMG_0014

…la inmensidad del Lago Toro…IMG_0015

…y la sensación de estar muy lejos del mundo.IMG_0020

La vuelta a la civilización resultó un ejercicio de adaptación, un esporádico regreso a la realidad. Sin embargo la naturaleza nos tenía reservada una noble despedida de la Patagonia:

En el último día en Punta Arenas, la ciudad más austral del continente, cayó una nevada desafiante. Nuestro cochecito el pobre no sabía donde meterse. IMG_0071IMG_0072

De modo que agarramos la dirección que iba hacia el sur del sur, sin más destino que avanzar por una carretera completamente nevada…IMG_0078

…con el Estrecho de Magallanes como impagable telón de fondo, y visible al otro lado Tierra de Fuego.IMG_0080

Inexplicable. Todo cuanto podemos percibir es insólito. Conducir sobre la nieve, parar el coche y en diez pasos acercarse al mar, contemplando unas incomprensibles nubes con registros que van desde la amenaza hasta el consuelo.IMG_0158IMG_0156

Y en estas, Soraya avista un movimiento en el mar. Detenemos el coche y nos acercamos. Un grupo de delfines aletean sin tapujos en la orilla patagónica. No nos lo podemos creer. Les seguimos caminando por la costa, en paseo que sabemos que permanecerá eternamente grabado en nuestro recuerdo. Son delfines chilenos, más grandes y negros. Juegan entre ellos. Parece de risa. Cómo se puede superar eso? Con un unicornio alado?IMG_0151

Aún hoy recuerdo atónito aquel momento. Y ese fue el digno final de nuestra aventura invernal.

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Gracias infinitas a Francisco López Mercado «Pancho». Sin él, esta experiencia hubiera sido descafeinada. Como él mismo diría, pagamos el tributo a la naturaleza y ésta se nos reveló en toda su majestuosidad.

De lo que vimos y aprendimos, el futuro dará buena cuenta.

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